005 El Secreto Tras el Espejo

La sala secreta que se oculta tras el espejo de Erised


Íryan, se encontraba en la biblioteca de Hogwarts. La luz de las velas parpadeaba sobre los pergaminos antiguos mientras ella hojeaba un libro polvoriento. Bruna, su amiga de Ravenclaw, se acercó con una sonrisa.

  • “¿Qué estás buscando, Íryan?” preguntó Bruna. “¿Más información sobre los pasadizos secretos de Hogwarts?”

  • Íryan asintió. “Sí, Bruna. Hay algo intrigante en ellos, ¿no crees? Los rumores dicen que hay un pasadizo que nos llevaría a una sala secreta llena de objetos mágicos olvidados.”

Bruna se inclinó hacia adelante. 

  • “¿Y qué hay del espejo de Erised? Dicen que muestra los deseos más profundos de nuestro corazón.”

Justo en ese momento, Jeran, el hermano de Íryan y miembro de Hufflepuff, se unió a la conversación. 

  • “¿Pasadizos secretos y espejos mágicos? Suena como una aventura emocionante. ¿Por qué no exploramos juntos?”

Los tres amigos se miraron con entusiasmo. Decidieron buscar el pasadizo que los llevaría al espejo de Erised. Íryan, con su conocimiento de los terrenos de Hogwarts, los guió por los corredores oscuros y las escaleras empinadas.

Finalmente, llegaron a un rincón olvidado del castillo. Allí, detrás de un tapiz desgastado, encontraron una puerta de madera tallada. Íryan la empujó con cautela, y la sala secreta se reveló ante ellos.

La sala estaba impregnada de magia. Las paredes estaban cubiertas de símbolos arcanos, y el aire vibraba con susurros del pasado. Antiguos libros y reliquias llenaban las estanterías. Íryan, Bruna y Jeran avanzaron con cautela, sin saber qué encontrarían.

En el rincón más oscuro, descubrieron un objeto mágico brillando con una luz tenue. Era una gema centelleante, tallada con símbolos antiguos. Al tocarla, Íryan sintió una oleada de energía mágica recorrer su cuerpo. 

Pero cuando Bruna también la tocó, algo salió mal. La gema emitió un destello cegador, y Bruna quedó petrificada en su lugar. Sus ojos mostraban sorpresa y terror.

Jeran, con su corazón noble, se arrodilló junto a Bruna.

  •  “No podemos dejarla así. Debemos encontrar una manera de curarla.”

Jeran recordó un antiguo hechizo de sanación que había leído en uno de los libros, se arrodilló junto a la petrificada Bruna, su varita en mano. El corazón le latía con fuerza mientras recitaba las palabras del antiguo hechizo de sanación:

  • “Vitam reviviscere!”

La gema centelleante brillaba con más intensidad, pero Bruna seguía inmóvil. Jeran frunció el ceño, sintiendo la desesperación. Íryan, observando la escena, se acercó a él.

  • “Jeran, tal vez necesitemos algo más que palabras”, sugirió Íryan. “Esta gema que encontramos… ¿no crees que podría ayudarnos?”

Jeran asintió, desesperado por encontrar una solución. Íryan tomó la gema en sus manos y la apretó con fuerza. La energía mágica fluyó a través de ella, llenándola de poder. Sin dudarlo, Íryan tocó la frente de Bruna con la gema.

  • “Vitam reviviscere!” exclamó Íryan, canalizando la energía hacia Bruna.

Esta vez, la piedra centelleante emitió un resplandor suave y cálido. Bruna comenzó a moverse, sus ojos parpadeando al despertar. Jeran la abrazó con alivio.

  • “¡Funcionó!” exclamó Jeran. “Íryan, tú… tú también tienes magia en ti.”

Íryan sonrió. 

  • “La amistad y la magia se entrelazan, Jeran. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo.”

  • Pero Bruna no estaba aún del todo recuperada, y tenía aún una de las manos un poco petrificada.

La sala secreta se extendía ante ellos, llena de misterio y promesas. Íryan, Bruna y Jeran avanzaron con cautela, sus varitas en alto. Bruna, aún temblorosa por su reciente petrificación, miró a Íryan con determinación.

  • “Íryan, no tocaré nada esta vez”, susurró Bruna. “Prometo ser más cuidadosa.”

Íryan asintió, agradecida por la precaución de su amiga. Jeran, con su mirada noble, exploraba los estantes llenos de libros antiguos. Fue entonces cuando encontraron un tomo encuadernado en cuero desgastado. En la portada, las palabras “El Libro de las Piedras Mágicas” estaban grabadas en letras doradas.

  • “¿Qué crees que contiene?” preguntó Jeran, pasando sus dedos por la cubierta.

Íryan abrió el libro con reverencia. Las páginas estaban amarillentas y llenas de escritura antigua. A medida que leían, descubrieron que el libro hablaba de piedras mágicas y sus propiedades. Entre ellas, destacaba una gema centelleante tallada con símbolos arcanos: la misma piedra que habían encontrado.

  • “Escucha esto”, dijo Íryan, leyendo en voz alta. “La Piedra de Luminaris es una fuente inagotable de energía mágica. Quien la posea puede canalizar su poder para sanar, proteger o incluso alterar la realidad.”

Bruna miró la gema en sus manos. “¿Cómo se utiliza?”

El libro continuaba: “Para activar la Piedra de Luminaris, debes concentrarte en tu deseo más profundo. Imagina la energía fluyendo a través de ti y hacia la gema. Luego, pronuncia las palabras: ‘Lux et vita’.”

  • Jeran frunció el ceño. “¿‘Lux et vita’? ¿Qué significa?”

  • Íryan sonrió. “Significa ‘Luz y Vida’. Es el poder que necesitamos para sanar a Bruna.”

Pero el libro también advertía: “Cada uso de la piedra tiene un precio. La energía que canalizas debe ser reemplazada. Si no lo haces, la piedra te consumirá.
  • Íryan miró a sus amigos. “Debemos usarla con sabiduría. Y debemos encontrar una manera de recargarla, para intentar que Bruna se recupere del todo.” 

  • Jeran. Sí, porque podría ser por eso que cuando la tocó Bruna, absorviera la propia vida y energía de Bruna.

Jeran continuó hojeando el libro. 

  • “Aquí dice que existe otra piedra, la Lágrima de Estelar, que puede regenerar la energía de la Piedra de Luminaris. Pero para obtenerla, debemos enfrentarnos al espejo de Erised.”

Íryan recordó el espejo que habían mencionado antes. 

  • “El espejo que muestra nuestros deseos más profundos. ¿Creen que nos llevará a la Lágrima de Estelar?”

Jeran asintió. 

  • “Es nuestra única esperanza para intentar que Bruna se recupere totalmente. Pero debemos tener cuidado. El espejo puede ser peligroso.”

Los tres amigos se pusieron de pie y se dirigieron al lugar donde habían encontrado el espejo. Su superficie plateada reflejaba sus rostros expectantes. 

Íryan fue la primera en mirar. En el espejo, se vio cabalgando sobre un caballo alado que saltaba y volaba por los cielos. 

Bruna se vió haciendo hechizos con Luna Lovegood conjurando un Patronus de una liebre.

Jeran vio un mundo donde todos vivían en paz y armonía.

Pero Íryan también vio algo más: una piedra brillante en el fondo del espejo. La Lágrima de Estelar. Sin pensarlo, extendió la mano y tocó la superficie fría del espejo. El mundo a su alrededor se distorsionó, y los tres amigos se encontraron en un lugar desconocido.

Estaban en un bosque oscuro, la luz de la luna filtrándose entre las ramas. En el centro, sobre un pedestal de piedra, yacía la Lágrima de Estelar. Era una gema azul profundo, con destellos de estrellas en su interior.

Jeran leyó las palabras talladas en el pedestal. “Para obtener la Lágrima de Estelar, debemos pronunciar el hechizo ancestral: ‘Stella renovatio’.”

Íryan, Bruna y Jeran se tomaron de las manos. La energía fluyó entre ellos mientras pronunciaban las palabras. La Lágrima de Estelar brilló intensamente y se desprendió del pedestal. Íryan la sostuvo en sus manos, sintiendo su poder.

Pero el espejo no los devolvió a la sala secreta. En cambio, los llevó a un lugar aún más misterioso: una caverna subterránea. Las paredes estaban cubiertas de símbolos antiguos, y en el centro había un altar de piedra.

La Lágrima de Estelar encajaba perfectamente en una hendidura en el altar. Íryan la colocó con cuidado. La caverna tembló, y una luz brillante llenó el espacio. La Piedra de Luminaris, que habían traído consigo, comenzó a recargarse.

  • Bruna sonrió. “La magia de la Lágrima de Estelar es increíble.”

  • Jeran asintió. “Ahora tenemos dos piedras poderosas. Pero debemos usarlas con sabiduría.”

La caverna tembló mientras la Piedra de Luminaris y la Lágrima de Estelar brillaban con intensidad. Íryan, Bruna y Jeran se tomaron de las manos, canalizando su energía hacia las piedras. La magia fluyó a través de ellos, y Bruna sintió cómo su cuerpo se llenaba de vitalidad.

La mano de Bruna, antes petrificada, comenzó a moverse. Los dedos se flexionaron, y la piel volvió a su tono natural. Bruna sonrió, lágrimas de gratitud en sus ojos.

“¡Funcionó!” exclamó Jeran. “La Piedra de Luminaris y la Lágrima de Estelar han restaurado tu energía y vitalidad, Bruna.”

  • Íryan miró a sus amigos. “Pero ahora debemos regresar a Hogwarts. ¿Cómo lo haremos?”

Jeran hojeó el Libro de las Piedras Mágicas. 

  • “Aquí dice que podemos usar ambas piedras para abrir un portal. Debemos pronunciar el hechizo: ‘Porta ad domum’.”

Los tres amigos se colocaron frente al altar. La Piedra de Luminaris y la Lágrima de Estelar brillaban en sus manos. Juntos, pronunciaron las palabras:

  • “Porta ad domum.”

El suelo tembló, y un portal se abrió ante ellos. La luz los envolvió, y cuando abrieron los ojos, se encontraron en un lugar familiar: el baño de Hogwarts.

Pero dentro de la fuente y empapados hasta los huesos. El agua goteaba de sus túnicas, y sus cabellos estaban pegados a sus frentes. Íryan, Bruna y Jeran se miraron y comenzaron a reír.

  • “¿Quién hubiera pensado que regresaríamos a Hogwarts de esta manera?” dijo Bruna, sacudiendo la cabeza.

Jeran se apoyó en la pared. 

  • “Al menos estamos de vuelta. Y con dos piedras mágicas en nuestro poder.”

Íryan guardó las piedras en su bolsillo. 

  • “Las utilizaremos en futuras aventuras. Pero por ahora, creo que necesitamos secarnos y cambiar de ropa.”

Los tres amigos salieron del baño, riendo y empapados. La magia y la amistad los habían llevado a través de desafíos y peligros, pero también les habían brindado momentos de risa y camaradería.

Y mientras se dirigían a la Torre de Gryffindor, Íryan supo que esta aventura había fortalecido su vínculo. La Piedra de Luminaris y la Lágrima de Estelar eran solo el comienzo. Juntos, enfrentarían más misterios y descubrirían más secretos en el mundo mágico que los rodeaba.

Y así, con Hogwarts como su hogar y la amistad como su guía, Íryan, Bruna y Jeran se prepararon para las próximas aventuras que les esperaban.


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