006 El nacimiento del grupo musical de las Potterheads

La sala secreta de los instrumentos musicales

  • ¿Qué es eso que tienes ahí? - preguntó Itzan, el hermano mayor de Íryan, al verla llegar al comedor con un libro bajo el brazo.
  • Es un libro que encontré en la biblioteca - respondió Íryan, sentándose junto a él y a Jeran, su otro hermano -. Se llama "La música de la magia: secretos y leyendas de Hogwarts".
  • ¿Y de qué va? - quiso saber Jeran, que era el más curioso de los tres.

  • Pues va de que en Hogwards hay una sala secreta donde se guardan instrumentos musicales mágicos, que tienen poderes increíbles y que solo se pueden acceder a ella con una contraseña musical - explicó Íryan, abriendo el libro y mostrándoles una ilustración de la sala.
  • ¡Vaya! - exclamó Itzan, impresionado -. ¿Y sabes dónde está esa sala?
  • Sí, lo dice el libro - dijo Íryan, señalando un párrafo -. Está en el séptimo piso, al final del pasillo de la torre de Astronomía junto a la Biblioteca. Hay una pared sin puerta, pero si silbas la melodía correcta, se abre una entrada secreta.
  • ¿Y cuál es la melodía? - preguntó Jeran, intrigado.

  • Esta - dijo Íryan, silbando una canción que había memorizado del libro. Era una melodía alegre y pegadiza, que sonaba así: do-re-mi-fa-sol-la-si-do-si-la-sol-fa-mi-re-do.
  • ¡Qué bonita! - exclamó Jeran, intentando imitarla.
  • Sí, es muy bonita - coincidió Itzan -. Y me parece que a alguien más le va a gustar. - Dicho esto, sacó su varita y conjuró un patronus. Era una serpiente plateada, que salió disparada hacia la mesa de Gryffindor.

  • ¿A quién le has mandado el mensaje? - preguntó Íryan, sospechando la respuesta.
  • A Elia, por supuesto - dijo Itzan, sonriendo -. Ella también toca la guitarra, y seguro que le encantaría ver esos instrumentos musicales. Además, es de Gryffindor, como tú, así que no habrá problema, ¿no?
  • Bueno, vale - aceptó Íryan, aunque le caía muy bien Elia no le hacía mucha gracia que su hermano fuera tan buen amigo de una chica de su misma casa -. Pero tenemos que ir con cuidado. No podemos ir todos juntos, ni hacer mucho ruido, ni llamar la atención de los profesores. Sobre todo, de Severus. Él odia la música, y seguro que nos castigaría si nos descubre.

  • Tranquila, Íryan - la tranquilizó Jeran -. Somos lo suficientemente listos como para no ser pillados. ¿Verdad, Itzan?
  • Claro que sí - afirmó Itzan -. Vamos a ser los primeros alumnos en descubrir la sala secreta de los instrumentos musicales. No está ni en El Mapa del Merodeador. Será una aventura increíble. ¿Te apuntas, Íryan?
  • Por supuesto que me apunto - dijo Íryan, entusiasmada -. Soy una Gryffindor, después de todo. Y me encanta la música. Vamos a ver qué maravillas nos esperan.


Después de terminar de comer, los tres hermanos se separaron y se dirigieron a sus respectivas salas comunes, donde esperarían a que llegara la hora acordada. Íryan aprovechó para contarle su plan a Bruna, su mejor amiga, que era de Ravenclaw y que también le gustaba la música. Bruna se mostró muy interesada y le dijo que se lo contaría a su hermana Martina, que tocaba el violín y que era de Hufflepuff, como Jeran. Así, cuando llegó el momento de salir los seis amigos se reunieron en el pasillo de la torre de Astronomía, donde nadie les vio.

  • ¿Estáis listos? - preguntó Íryan, mirando a su alrededor para asegurarse de que no había nadie más.
  • Sí, estamos listos - respondieron los demás, asintiendo con la cabeza.
  • Bien, pues vamos - dijo Íryan, guiándolos hacia el final del pasillo, donde había una pared sin puerta. Allí, se detuvo y sacó el libro de su mochila. Lo abrió por la página donde estaba la melodía y se la enseñó a los demás. - Esta es la contraseña musical - les dijo -. Tenemos que silbarla todos juntos, y se abrirá la entrada secreta. ¿La habéis memorizado?
  • Sí, la hemos memorizado - dijeron los demás, asintiendo de nuevo.
  • Pues vamos a silbarla - propuso Íryan, poniéndose a silbar la canción. Los demás la siguieron, y pronto se oyó una armonía perfecta. Do-re-mi-fa-sol-la-si-do-si-la-sol-fa-mi-re-do.


De repente, la pared se iluminó y se abrió, revelando una puerta de madera con un letrero que decía: "La sala secreta de los instrumentos musicales". Los seis amigos se miraron con una mezcla de sorpresa y emoción, y entraron en la sala.


Lo que vieron les dejó boquiabiertos. La sala era enorme, y estaba llena de instrumentos musicales de todo tipo y de todas las épocas. Había pianos, arpas, violines, guitarras, flautas, trompetas, tambores, xilófonos, armonios, acordeones, y muchos más que ni siquiera sabían cómo se llamaban. 

Todos estaban colocados en estanterías, vitrinas, pedestales, o colgados de las paredes. Algunos brillaban, otros emitían sonidos, y otros parecían estar dormidos. En el centro de la sala, había una gran alfombra, donde había varios cojines y con un libro abierto. 

El libro se titulaba: "El manual de los instrumentos musicales mágicos".

  • ¡Guau! - exclamó Jeran, el primero en romper el silencio -. ¡Esto es increíble! ¡Nunca había visto tantos instrumentos juntos!
  • Ni yo - dijo Bruna, admirada -. Y todos son mágicos. Seguro que tienen poderes especiales.
  • Sí, los tienen - confirmó Íryan, acercándose al libro que había en el centro-. Mira, aquí lo explica todo. Cada instrumento tiene un nombre, una historia, y un poder. Por ejemplo, esta guitarra se llama "La guitarra de las emociones", y dice que puede cambiar el estado de ánimo de quien lo toca y de quien lo escucha, según la música que se toque. Si se toca una música alegre, se siente felicidad. Si se toca una música triste, se siente tristeza. Y así con todas las emociones.

  • ¡Qué curioso! - dijo Elia -. ¿Puedo probarla?
  • Claro, adelante - dijo Íryan -. Pero ten cuidado, no sabemos qué efectos puede tener.
  • No te preocupes, solo voy a tocar un poco - dijo Elia. Empezó a tocar una canción que conocía, una canción alegre y divertida. Al instante, todos los que estaban en la sala se sintieron más felices y empezaron a sonreír. Elia también sonrió, y siguió tocando. - ¡Esto es genial! - exclamó -. ¡Me siento muy bien!
  • Yo también - dijo Itzan, que estaba a su lado -. Y me gusta cómo tocas. Eres muy buena.
  • Gracias - dijo Elia, ruborizándose -. Tú también eres muy bueno. ¿Por qué no tocais conmigo?
  • Vale - dijeron Itzan y Jeran, cogiendo unas guitarras que había cerca -. A ver si nos acompasamos. - 

Itzan, Elia y Jeran empezaron a tocar juntos, y pronto se creó una armonía perfecta entre las guitarras. Los demás los escuchaban con admiración y alegría, y se unieron al ritmo con palmas y silbidos. La sala se llenó de una atmósfera festiva y divertida, y todos se sintieron muy felices.


Mientras tanto, Íryan, Bruna y Martina se habían acercado a otros instrumentos, y los habían cogido con curiosidad. Íryan eligió una flauta travesera, que era de color azul y tenía unas notas grabadas en el metal. Bruna cogió un violonchelo, que era de color rojo y tenía u
nas estrellas incrustadas en la madera. Y Martina tomó un violín, que era de color negro y tenía unas sombras dibujadas en el barniz.

  • Jeran dejo por un momento de tocar la guitarra y se acercó a preguntar: ¿Qué instrumentos habéis cogido? - les preguntó Jeran.
  • Yo he cogido una flauta travesera - dijo Íryan, mostrándosela -. Se llama "La flauta de los sueños", y dice que puede hacer que quien la toque y quien la escuche vean sus sueños hechos realidad.
  • Yo he cogido un violonchelo - dijo Bruna, enseñándoselo -. Se llama "El violonchelo de los astros", y dice que puede invocar el poder de los astros con la música que se toque.
  • Y yo he cogido un violín - dijo Martina, mostrándoselo -. Se llama "El violín de las sombras", y dice que puede invocar el poder de controlar la oscuridad con la música que se toque. No se que significa.

  • ¡Qué interesante! - dijo Jeran, impresionado -. ¿Y queréis probarlos?
  • Sí, queremos probarlos - dijeron las tres, asintiendo con la cabeza.

  • Pues vamos a probarlos - propuso Jeran, animándolas -. Pero tened cuidado, no sabemos qué efectos pueden tener.
  • No te preocupes, solo vamos a tocar un poco - dijeron las tres, sonriendo. Se sentaron en los cojines que había en la alfombra, y se prepararon para tocar. Íryan se puso la flauta en la boca, Bruna se puso el violonchelo entre las piernas, y Martina se puso el violín en el hombro. Empezaron a tocar una canción que conocían, una canción bonita y tranquila. Al instante, todos los que estaban en la sala se sintieron más relajados y soñadores. Íryan, Bruna y Martina también se sintieron así, y siguieron tocando. - ¡Esto es maravilloso! - exclamaron -. ¡Nos sentimos muy bien!

Pero lo que no sabían era que sus instrumentos estaban creando efectos mágicos que escapaban a su control. La flauta de los sueños estaba haciendo que aparecieran imágenes de los sueños de cada uno en el aire, como si fueran hologramas.  Y el violonchelo de las estrellas estaba haciendo que se abriera un agujero en el techo, por donde entraba la luz de la luna y las estrellas.

Al principio, nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando, porque estaban absortos en la música. Pero pronto, se quedaron horrorizados al ver lo que habían provocado.

  • ¡Oh, no! - gritó Íryan, al ver las imágenes de sus sueños -. ¡Esto es muy vergonzoso! ¡Todo el mundo puede ver lo que sueño!
  • ¡Oh, no! - gritó Bruna, al ver el agujero que habían abierto -. ¡Esto es muy grave! ¡Hemos roto el techo!
  • Las dos dejaron de tocar y soltaron sus instrumentos, pero eso no fue suficiente para detener los efectos mágicos. Las imágenes, y el agujero seguían ahí, y cada vez eran más grandes y más intensos.
  • ¡Tenemos que hacer algo! - exclamó Jeran ¡Tenemos que parar esto!
  • ¿Pero cómo? - preguntó Íryan, asustada -. ¡No sabemos cómo pararlo!
  • ¡Tenemos que usar el libro! - sugirió Bruna, señalando el manual que había en la mesa -. ¡Seguro que ahí hay alguna solución!

Los tres se pusieron a hojear el libro, buscando alguna forma de revertir los efectos de los instrumentos musicales. Pero el libro era muy grueso y muy antiguo, y estaba escrito en un lenguaje muy complicado. No entendían casi nada de lo que ponía, y se sentían cada vez más frustrados y desesperados.

Mientras tanto, Itzan y Elia seguían tocando el las guitarras, ajenos a lo que estaba ocurriendo. Estaban tan ensimismados en su música y en sus miradas, que no se habían dado cuenta de nada. Solo tenían ojos y oídos para ellos mismos, y se sentían muy felices.

Pero su felicidad se vio interrumpida por un sonido que les heló la sangre. Era el sonido que venía del agujero del techo. Eran los dementores que entrababan desde el cielo abierto.

  • ¡Martina, deja de tocar! - gritó Bruna, al darse cuenta de que su hermana era la responsable de aquella pesadilla.
  • ¡No puedo, no puedo! - sollozó Martina, que parecía estar bajo el control del violín. - ¡No me deja!

Los demás intentaron ayudar a Martina, pero los dementores les impedían acercarse. Entonces, Íryan tuvo una idea. Recordó que su flauta podía invocar imagenes de sueños como eran los patronus, que eran la única defensa contra los dementores. Así que empezó a tocar una melodía alegre y esperanzadora, que hizo que de su flauta salieran varios patronus con forma de animales. Había un león, un águila, un caballo, un perro y un gato. Los patronus se enfrentaron a los dementores, tratando de alejarlos de los amigos.

  • ¡Vamos, chicos, tocad conmigo! - animó Íryan a los demás. - ¡Podemos hacerlo!

Jeran, Itzan y Elia se unieron a Íryan y empezaron a tocar sus guitarras, creando luces, imágenes y efectos que distraían y confundían a los dementores. Bruna también tocó su violonchelo, creando estreñas que iluminaban la sala y los dementores se sintieran incómodos. Así, poco a poco, los amigos lograron hacer retroceder a los dementores, que se veían superados por el poder de la música.


Pero aún quedaba el problema de Martina, que seguía tocando su violín y convocando más dementores. Íryan se dio cuenta de que tenía que hacer algo para liberar a su amiga. Miró su flauta y vio que tenía unas instrucciones grabadas en ella. Eran unas notas musicales, que formaban una combinación especial. Íryan pensó que quizás esa era la clave para romper el hechizo del violín. Así que dejó de tocar su melodía y empezó a tocar la que indicaba su flauta.

Al hacerlo, la sala se iluminó con una luz blanca y cegadora. Los amigos tuvieron que taparse los ojos, mientras oían un sonido atronador. Cuando pudieron volver a ver, se quedaron boquiabiertos. De la flauta de Íryan había salido un patronus enorme, que tenía forma de un caballo alado. Era un Pegasus, el animal más noble y poderoso de la mitología. Pegasus desplegó sus alas y lanzó una luz que desintegró a todos los dementores, incluidos los que rodeaban a Martina. El violín se le cayó de las manos y se rompió en pedazos.

  • ¡Martina, estás bien! - exclamó Bruna, corriendo a abrazar a su hermana.
  • Sí, sí, estoy bien - dijo Martina, recuperando el color y la sonrisa. - Gracias, Íryan, gracias a todos.

Los demás también se acercaron a Martina y la felicitaron por haberse librado del violín maldito. Luego, todos se dirigieron a Íryan y le agradecieron por haberlos salvado con su flauta y su pegaso.

  • Eres increíble, Íryan - dijo Elia, admirada. - ¿Cómo lo has hecho?
  • Bueno, resulta que mi flauta tenía unas instrucciones - explicó Íryan, mostrándoles las notas grabadas. - Parece que cada instrumento tiene unas notas que activan su poder máximo. Yo solo seguí las que ponía aquí.
  • Pues menos mal que lo hiciste - dijo Itzan, aliviado. - Si no, estaríamos todos besados por los dementores.
  • Sí, ha sido una locura - dijo Jeran, estremeciéndose. - Nunca había visto tantos dementores juntos.
  • Ni yo - dijo Bruna, abrazando a su hermana. - Martina, lo siento mucho. No sabía que ese violín era tan peligroso.
  • No te preocupes, Bruna - dijo Martina, consolándola. - Tampoco yo lo sabía. Fue un error. Pero ya está, ya pasó.
  • Sí, ya pasó - dijo Bruna, sonriendo. - Y hemos aprendido una lección muy importante: 

hay que leer las instrucciones antes de utilizar los objetos mágicos.

  • Eso es cierto - dijo Elia, asintiendo. - Pero también hemos aprendido otra cosa:

la música tiene un poder mágico increíble. Y juntos, somos más fuertes que cualquier dementor.

  • ¡Sí, somos los mejores! - exclamó Jeran, levantando el puño.
  • ¡Somos los mejores! - repitieron los demás, abrazándose y riendo.


Después de haber derrotado a los dementores, los seis amigos se dieron cuenta de que la sala estaba hecha un desastre. Había restos de instrumentos rotos, humo, luces y patronus por todas partes. Sabían que tenían que arreglarlo todo antes de salir de allí, o si no, se meterían en un lío.

  • Rápido, chicos, saquen sus varitas - dijo Elia, mirando el reloj. - Tenemos que dejar esto como estaba y salir de aquí antes de que nos pillen.
  • Tienes razón, Elia - dijo Itzan, sacando su varita. - Vamos a usar el hechizo reparador.


Los seis amigos apuntaron con sus varitas a los instrumentos rotos y pronunciaron el hechizo REPARUS. Poco a poco, los instrumentos se fueron recomponiendo y volviendo a su lugar. Los amigos también usaron sus varitas para limpiar el humo, las luces y los patronus que quedaban en la sala. Al cabo de unos minutos, la sala quedó como nueva, sin rastro de lo que había pasado.

  • Listo, ya está - dijo Bruna, satisfecha. - Ahora, vamos a dejar los instrumentos donde los encontramos y salgamos de aquí.
  • Sí, vamos - dijo Elia, asintiendo. - Pero, ¿qué hacemos con el violín de Martina? Está roto y no se puede reparar.
  • Déjalo ahí, en el suelo - dijo Itzan, encogiéndose de hombros. - Total, nadie lo va a echar de menos. Era un violín maldito.
  • Sí, mejor olvidémonos de él - dijo Jeran, de acuerdo. - Vamos, chicos, dejemos los instrumentos y vámonos.
  • Vale, vale - dijo Iryan, soltando su flauta. - Pero, ¿y si alguien nos ve salir de aquí? ¿Qué les decimos?
  • Nada, nada - dijo Martina, dejando su flauta. - Solo tenemos que ser discretos y salir sin hacer ruido.


Los seis amigos dejaron los instrumentos que habían usado y se dirigieron a la puerta de la sala. Antes de salir, miraron a su alrededor y se aseguraron de que todo estaba en orden. Luego, salieron de la sala y cerraron la puerta tras de sí. La puerta se camufló con la pared, como si nunca hubiera existido.

  • Bien, ya estamos fuera - dijo Íryan, respirando aliviada. - Ahora, solo tenemos que llegar al comedor sin que nos vea nadie.
  • Sí, vamos - dijo Elia. - No podemos llegar tarde a la cena.
  • No, no podemos - dijo Itzan, sonriendo a Elia. - Vamos, chicos, sigámonos.


Los seis amigos empezaron a caminar por los pasillos del castillo, tratando de pasar desapercibidos. Sin embargo, no contaban con que se encontrarían con el profesor más temido de Hogwards: Severus Snape, el maestro de pociones y jefe de la casa de Slytherin.

  • ¡Eh, vosotros! - les gritó Snape, al verlos. - ¿Qué hacéis aquí? ¿Dónde habéis estado? ¿Qué es ese olor a humo?


Los amigos se quedaron paralizados, sin saber qué decir. Snape se acercó a ellos con paso firme y una mirada severa. Los examinó con desprecio y luego se fijó en sus ropas, que estaban manchadas de colores y olores.

  • ¿Qué es esto? - preguntó Snape, cogiendo el brazo de Jeran y oliéndolo. - ¿Es esto perfume de rosas? ¿Qué clase de broma es esta?
  • No, no es ninguna broma, profesor - dijo Jeran, nervioso. - Es que... es que...
  • Es que nada - dijo Snape, interrumpiéndolo. - Es evidente que habéis estado haciendo algo que no debíais. Seguro que habéis entrado en alguna sala prohibida y habéis usado algún objeto mágico sin permiso. ¿O me equivoco?

  • Sí, sí, se equivoca, profesor - dijo Íryan, intentando defender a sus amigos. - Nosotros no hemos hecho nada malo. Solo hemos estado... hemos estado...
  • ¿Habéis estado qué? - insistió Snape, mirando a Íryan con desconfianza. - Vamos, hablad. No tengo todo el día.
  • Hemos estado... estudiando - dijo Íryan, inventando una excusa. - Sí, eso es. Hemos estado estudiando en la biblioteca. ¿Verdad, chicos?

  • Sí, sí, eso es - dijeron los demás, siguiendo el juego de Íryan. - Hemos estado estudiando mucho.
  • ¿Estudiando? - repitió Snape, incrédulo. - ¿Estudiando qué? ¿Cómo hacer bromas? ¿Cómo molestar a los profesores? ¿Cómo romper las normas?
  • No, no, profesor - dijo Elia, tratando de sonar convincente. - Hemos estado estudiando... hemos estado estudiando... música y vamos a formar un grupo de música en Hogwarts
  • Dejaros de tonterias, grupo de música, bueno id inmediatamente a vuestra habitación a cambiaros y luego al comedor y ya hablaremos.


Al cabo de un rato, fueron llegando al comedor después de limpiarse y cambiarse de ropa, pero en vez de dirigirse a la mesa de sus casas, se juntaron en otra que solía estar vacía, la mesa de los invitados, donde ya les esperaban otras tres amigas: Irina, Atenea y Nicole. 

  • ¡Hola, chicos! - les saludó Irina, al verlos llegar. - ¿Qué tal? ¿Dónde habéis estado?
  • Hola, Irina - le respondió Íryan, sentándose a su lado. - Pues... hemos estado en una aventura increíble. Te lo contamos todo.
  • Sí, contádnoslo - dijo Atenea, curiosa. - ¿Qué habéis hecho?
  • Pues... hemos descubierto una sala secreta, donde había unos instrumentos musicales mágicos - dijo Elia, tomando asiento. - Cada uno tenía un poder diferente, y al tocarlos juntos, pasaban cosas increíbles.

  • ¿Qué cosas? - preguntó Nicole, intrigada. - ¿Qué poderes?
  • Pues... por ejemplo, la flauta de Íryan podía invocar patronus, las guitarras de Jeran, Itzan y Elia podían crear luces, imágenes y efectos, el violonchelo de Bruna podía producir estrellas brillantes, y el violín de Martina... - dijo Itzan, haciendo una pausa.
  • ¿Y el violín de Martina? - insistió Nicole, impaciente. - ¿Qué podía hacer?
  • Pues... el violín de Martina podía convocar dementores - dijo Itzan, bajando la voz. - Sí, has oído bien. Dementores.

  • ¿Dementores? - repitió Harry potter cuando pasaba por al lado. 
  • ¡Hola, Potterheads! - les saludó Harry, al acercarse a la mesa. - ¿Qué tal? ¿Qué os contáis? ¿qué es eso de los Dementores?
  • Hola, Harry - le respondió Íryan, contenta. - Pues... tenemos una historia que contarte. Una historia increíble.
  • ¿Una aventura? - preguntó Hermione, curiosa. - ¿Qué aventura?
  • Pues... una historia sobre una sala secreta, unos instrumentos musicales mágicos, unos dementores y un pegaso - dijo Elia, resumiendo. - Una historia que te dejará sin palabras.

  • ¿Una sala secreta? ¿Unos instrumentos musicales mágicos? ¿Unos dementores? ¿Un pegaso? - repitió Ron, incrédulo. - ¿De qué habláis?
  • Hablamos de nuestra aventura - dijo Itzan, orgulloso. - La aventura que hemos vivido hoy. Una aventura alucinante. 

Repitieron la historia hasta llegar a:

  • Sí, dementores - confirmó Martina, con voz triste. - Fue un error. No sabía que ese violín era tan peligroso. Lo cogí sin pensar, y al tocarlo, se me escapó de las manos. No podía dejar de tocar, y los dementores no paraban de salir.
  • ¡Qué horror! - exclamó Irina, compasiva. - ¿Y qué hicisteis?
  • Pues... luchamos contra ellos - dijo Jeran, orgulloso. - Usamos los poderes de los otros instrumentos para defender a Martina y alejar a los dementores.

  • ¿Y cómo lo hicisteis? - preguntó Ron, impresionado. - ¿Qué poderes usasteis?
  • Pues... la flauta de Íryan podía invocar patronus de diferentes formas y tamaños - dijo Elia, admirada.
  • Había un león, un águila, un caballo, un perro y un gato. Los patronus se enfrentaron a los dementores, tratando de alejarlos de nosotros.
  • ¡Qué guay! - exclamó Atenea, entusiasmada. - ¿Y qué más?
  • Pues... las guitarras de Jeran, Itzan y yo podían crear luces, imágenes y efectos especiales - dijo Elia, sonriendo. - Había estrellas, arcoíris, fuegos artificiales y confeti. Las luces, las imágenes y los efectos distraían y confundían a los dementores.
  • Y finalmente apareció ¿Pegasus? - repitieron Irina, Atenea y Nicole, al unísono. - ¿El pegaso?
  • No, Pegasus- corrigió Íryan, con una sonrisa. - El animal más noble y poderoso de la mitología. El que tiene forma de un caballo alado. El que nos ha salvado a todos.
  • ¿Cómo lo ha hecho? - preguntó Irina, fascinada. - ¿Cómo ha invocado a Pegasus?
  • Pues... resulta que mi flauta tenía unas instrucciones - explicó Íryan, mostrándoles las notas grabadas. - Parece que cada instrumento tiene unas notas que activan su poder máximo. Yo solo seguí las que ponía.

  • Y al hacerlo, la sala se iluminó con una luz blanca y cegadora - continuó Elia, recordando. Que se intensificón en el momento que Pegasus batió las alas, y los dementores se desintegraron.

Harry, Hermione y Ron, que se quedaron sorprendidos y fascinados. Les hicieron muchas preguntas y les elogiaron por su valentía y su talento. Luego, les pidieron que les llevaran algún día a la sala de los instrumentos mágicos, para verlos tocar y experimentar con los poderes de los instrumentos.

  • Sí, claro, os llevaremos - dijo Íryan, aceptando. - Pero tendréis que tener cuidado. No todos los instrumentos son buenos. Algunos son peligrosos.
  • Sí, lo sabemos - dijo Harry, asintiendo. - Pero confiamos en vosotros. Sabemos que sois unos genios de la música y la magia.
  • Sí, lo sois - dijo Hermione, de acuerdo. - Sois unos artistas.
  • Sí, lo sois - dijo Ron, admirado. - Sois unos cracks.

  • Entonces Nicole se le ocurrió una idea, y ¿por qué no montamos un grupo Musical? a Irina, Atenea y a mí nos gusta cantar. ¿Que os parece, nos podríamos apuntar a vuestro grupo musical?

Todos se miraron entre sí y repitieron al unísono, Los Poterheards, ... todos menos Harry que puso una cara de espanto, pero al final todos se rieron, sabían que había nacido el grupo musical de magia más alucinante del mundo, donde cantarían canciones de todo tipo, pero sobre todo, canciones sobre Harry Potter y sus aventuras en Hogwarts.

Los amigos se sonrieron y se abrazaron, sintiéndose unidos y felices. Luego, se pusieron a cenar y a charlar, compartiendo sus experiencias y sus sueños. Se rieron mucho y se lo pasaron muy bien. Estaban contentos de estar juntos, y de haber formado el grupo de las Potterheads.


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